lunes, 11 de marzo de 2013

El conflicto con los docentes para acentuar posiciones?


¡buena onda!

Muy buen análisis linkea el inye respecto de la estrategia sciolista de cara al conflicto docente:

Contra los pronósticos, Daniel Scioli salió, esta vez, a levantar la apuesta. Y aunque la situación de los docentes en particular y de los estatales en general anticipa un año complicado en la gestión del bonaerense, en La Plata descansan en lo que, celebran, lograron sembrar en la sociedad: la eventual imposibilidad de hacer frente al aumento salarial, lejos de mostrarlos débiles en términos de la administración de los recursos, los presenta víctimas de una especie de persecución política por parte del Gobierno Nacional.

La primera conclusión a la que arribó el sciolismo es que la Casa Rosada “aprendió” la lección que dejó el conflicto del año pasado con el medio aguinaldo: inmunizado periodísticamente, el Gobernador logró instalar la idea en la sociedad de que sus miserias económicas son, antes que una demostración de debilidad propia, la consecuencia de un apriete económico orquestado desde la Nación para esmerilar su pretendida candidatura presidencial. Y a Scioli, se sabe, nada lo desvela más que la imagen que logre inocular en la sociedad.

También en La Plata aprendieron la eficacia de aquella estrategia que consiste en mostrarse víctimas del Gobierno Nacional, antes que victimario de las pretensiones salariales de sus trabajadores. Trasladar la responsabilidad de sus avatares económicos a la administración central dio sus frutos aquella vez, y hace lo propio por estas horas. Por lo menos dos encuestas, una de ellas encargada por la Gobernación, demuestran que hasta ahora Daniel Scioli logra su objetivo: en la sociedad volvió a prender la teoría según la cual “el problema” con los docentes deviene de la decisión política del Gobierno nacional de no transferir recursos a la Provincia. Con ese escenario, al ex motonauta por estas horas le preocupa menos la conflictiva relación con los docentes, que encontrar la forma de llegar de la mejor manera posible al cierre de las listas.

Nada de lo hecho por Daniel Scioli esta vez parece casual. Así como el año anterior el bonaerense fue al pié en la pomposa conferencia de prensa que encabezó rodeado de todo su Gabinete en la Gobernación, esta vez la apuesta es que sea el Gobierno Nacional quien deba hacerlo, forzado por la presión de la sociedad que lo apunta responsable de la crisis financiera provincial pero, además, necesitado de la imagen de Scioli para fortalecer sus chances electorales en un año clave para las pretensiones de continuidad con las que sueña el kirchnerismo.

Pese a que no encuentra salida a la discusión salarial y el escenario actual muestra aun lejana la resolución del conflicto que amenaza paralizarle la administración pública al bonaerense, Scioli florea esta vez otra impronta. Ya no se muestra en situación de debilidad, sino que avanzó con una serie de gestos claramente provocadores con la intención de mostrar una actitud distinta. Es que así como la sociedad le reprocha al kirchnerismo poner en marcha un plan de “apriete financiero” al Gobernador, sobre él llueven críticas vinculadas a su permanente actitud de sumisión. La estrategia actual gira, entonces, al servicio de los deseos del sciolismo de recomponer esa imagen de debilidad que le atribuyen frente al Ejecutivo Nacional.

Eso explica que pese al conflicto, haya fogoneado una serie de encuentros que enervan a la Casa Rosada, en una ininterrumpida sucesión de “gestos” que arrancó con la confesión pública, dos meses después, de haber invitado a cenar al ex vicepresidente Julio César Cleto Cobos a su casa. Anfitrión de quien fue el enemigo público número uno del kirchnerismo en una reunión en la que se habló, además –se dijo, y se publicó- de las proyecciones políticas de uno y del otro, y sobre todo del ex motonauta.

Desde aquella vez hasta hoy se sumaron gestos de marcada intencionalidad provocadora, sin disimulos. Reuniones con Roberto Lavagna y un sistemático acercamiento a políticos de la oposición o a dirigentes del peronismo enfrentados al kirchnerismo, más una sumatoria de fotos difíciles de digerir para la Casa Rosada no parecen, entonces, una decisión de inocencia política por parte del Gobernador. Lejos de eso, parecen estar al servicio de una estrategia pensada en el núcleo duro del sciolismo para reconquistar a parte de la sociedad -lo único que mueve sus actos antes que las cuestiones de pertenencia estrictamente política- que le reclama mayor nivel de independencia del kirchnerismo.

Su fotografía con Eduardo Buzzi y con la Mesa de Enlace en un cuadro que completaban Claudio Escribano, el ex Jefe de Redacción del Diario La Nación que le auguró a Néstor Kirchner un gobierno de “un año” apenas unos días antes de asumir en 2003 y con Marcela Noble, emblema del Grupo periodístico enfrentado a muerte con el Gobierno Nacional, no parecen ser movimientos inocentes de quien ya confesó su pretensión de suceder a Cristina Fernández de Kirchner en conducir los destinos de la nación.

En esa foto, Scioli se apartó de su manual de construcción política con una clara decisión de mandar un mensaje claramente político. El Gobernador posó junto a la heredera del emporio Clarín, una perfecta desconocida para el común de los ciudadanos –con lo que el beneficio para mejorar su imagen ante la sociedad es prácticamente inocuo- pero que representa una clara provocación en términos de la pertenencia política. Fue, además, en una tribuna abiertamente anti-kirchnerista: la muestra Exproagro que organizan cada año los diarios Clarín y la Nación y que esta vez, según surge de su sitio oficial, fue financiado básicamente por aportes del erario público bonaerense: BA Buenos Aires Provincia; Provincia Seguros y Banco Provincia aparecen en la web oficial de la muestra en primer orden entre la lista de los “aportantes” para el encuentro rural.


En paralelo, Scioli tomó la decisión de “financiar” la campaña política de Francisco de Narváez poniendo además a su hermano José Scioli como garante del acuerdo. Por su doble condición de denarvaísta con pertenencia de sangre, Pepe suele actuar a veces como “operador” del Colorado y otras veces como vocero oficioso de Daniel Scioli. A juzgar por la posición de ambos espacios, no parece resultarle una empresa complicada a quien estuvo a punto de ganar una banca en el Senado de la Nación: el discurso de uno y otro sector muestra demasiadas coincidencias como para que se le haga dificultoso su rol.

En La Plata, el acuerdo salarial con los docentes que se anticipa complicado ya dejó de ser un problema propio. Es, en todo caso, un problema de Cristina Fernández de Kirchner. Los deberes se hicieron justamente para que “la gente” apunte la culpabilidad al Gobierno Nacional. Logró Scioli una vez más poner al kirchnerismo en una encerrona, de la que además se regodea mostrándose permanentemente en situaciones de inocultable impronta de provocación. Sacrifica la atención de algunos servicios sensibles y otros de menor impacto, para poner toda “la caja”, más el Banco de la Provincia de Buenos Aires, al servicio de un solo objetivo: su libertad.

Sabe Scioli lo que se juega. Está decidido a financiar las listas de Francisco de Narváeza cambio de hombres propios. Contra lo que a priori parece, al sciolismo no le importa tanto el cierre de las paritarias porque logró trasladar el problema a la Nación. La imposibilidad de un acuerdo salarial, al menos en términos de la percepción pública -lo único que le interesa al Gobernador- es de exclusiva responsabilidad del Gobierno Nacional.

El coqueteo con Alberto Fernández; Carlos Corach, Hugo Moyano y Roberto Lavagna; las fotos con Marcela Noble, Claudio Escribano; Hermes Binner oBonfatti y su acercamiento con el cordobés de la Sota, Cobos y hasta con Mauricio Macri nn son frutos de ninguna casualidad. Son la demostración fáctica de que se siente distinto, y que a pesar de su estilo prudente, está dispuesto a mostrarse distinto aCristina Fernández de Kirchner.

Esta vez él no piensa ir al pié. Su estrategia apunta a que ahora los kirchneristas vengan por él a caballo de su buena imagen en el electorado que, según las encuestas, superan incluso los límites de la Provincia de Buenos Aires.

Si eso ocurre, como en La Plata proyectan, habrá de haber demostrado lo que por lo bajo sostienen: que los K son débiles frente a su poder de fuego real, su peso electoral. “Yo tengo los votos”, le dijo a un amigo para justificar que esta vez sí, serán ellos los que sucumban ante su llegada electoral. Su estrategia: provocar para mostrarse distinto ahora que logró trasladar la responsabilidad de sus pesares económicos al Gobierno Nacional. Esta vez, dicen, “serán ellos los que se vengan a arrodillar”.

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