Estaba terminándome de duchar cuando escucho el timbre, casi me mato medio mojado queriendo ir a atender rápido, pero no llegué a caerme en el resbalón.
No lo podía creer, aquel tío del que ni sabía estaba vivo vino a visitarme. Ya no en su R12, ahora lo hacía en un bonito Fiat Vivace. Y con 80 años a cuestas.
Me dijo que no, que de donde saqué yo que él tenía un R12, su último Renó fue un R6. En fin, renolito era de todos modos.
Me trajo infinidad de fotos para que mirásemos juntos mientras nos tomábamos unos amargos.
Todas sacadas de entre el '47 y el '50, cuando tenía apenas unos 20 años. Fotos con amigos y con hermanos.
Siempre me llamó la atención lo felices que se veían las personas (al menos en mi familia y allegados) en las fotos de los años peronistas. Ahí estaba mi tío, un pibe, y sus amigotes, en la playa, o en el campo en algún tanque australiano. Todos sonrientes, con caras de atrevidos, de pícaros, con el jopo a lo Errol Flyn, con la sonrisa socarrona de Hugo del Carril o Lautaro Murúa.
Creo que la Libertadora también se arrebató esas sonrisas de las fotos que se sacaron a partir del '55. Capaz que ahora las estamos recuperando. No sé.
La cuestión que me contó como es que empezó a trabajar vagabundeando, libre, por todo el ispa peronista. Empezó en Oberá, siguió por Villa Mercedes, estuvo en Córdoba y en Neuquén, hasta que se vino a Dorrego. Su primer laburo acá fue en Monte Hermoso, cuando todavía era apenas una aldea perteneciente a nuestro partido. Días y días trayendo desde Pehuen-Có plantas de olivillo para implantarlas junto a tamariscos en los voladizos médanos montermoseños.
Qué feliz se lo escuchaba repasar su vida de joven en pleno peronismo, jugador de uno de los primeros planteles del equipo de fútbol del Barrio Obrero, camionero en su Chevrolet cuarentipico llevando el trigo embolsado...
Relatos radiantes. El tío está más vivo que muchos, los recuerdos de los años felices lo ayudan, y mucho.
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